La emoción de sentirnos en nuestras primeras conversaciones masónicas, los consejos de los hermanos mayores en las reuniones después de los brindis, y luego de un tiempo, nuestra primera reunión extra logial; un cumpleaños… una boda...
Toda una desbordante alegría de conversar entre HH:. … y de repente, al acer-carse al grupo, una persona que no pertenece a la Orden y a media voz se oye…
Cuidado ¡! Llueve ¡!
Lo mencionado anteriormente, corresponde a una usual forma de indicarnos que hay un profano cerca y que se debe dejar de hablar de la Orden. Pasado el momento, recibimos la instrucción que utilicemos esta frase, que los HH:. ya sabrán interpretar.
En nuestra mente, de inmediato lo relacionamos con una contraseña propia de la orden. Y esto me trae a la memoria, de haber leído algo parecido en los albores de la independencia del Perú; aquella frase “Firme y feliz por la Unión” que fue la contraseña utilizada de los ejércitos independentistas del Perú. Hasta allí comprendemos que efectivamente es una frase utilizada dentro de las canteras y que forma parte del lenguaje masónico. Pero esta frase “Llueve” tiene su origen en la masonería operativa. Para ello debemos situarnos en la época donde los cimientos de una obra, se realizaba estableciendo primero el centro, para luego mediante la escuadra de lados proporcionales al 3 y 4, se tendieran las cuerdas a los cuatro lados donde sería la construcción, formando perfectos ángulos rectos. Donde existía el llamado “tejador” que levantando la teja del techo, informaba que estaban a cubierto.
En medio de esta época, en el siglo XII se menciona el escrito:
Los arquitectos ingleses tenían sus cofradías y que sus miembros se reconocían mediante signos misteriosos, celebrando sus reuniones al aire libre. Se cuenta con este motivo, que cuando el tiempo estaba tormentoso o llovía durante alguna de las reuniones y se veían obligados los masones a refugiarse bajo techo y se sorprendía en la asamblea a alguno que no estuviera iniciado, se le colocaba en castigo debajo de un desagüe del techo para que el agua, cayéndole en la cabeza, le saliera por los zapatos, procediendo de esto la palabra “llueve” para denunciar la presencia de algún profano entre los iniciados”.
Ese es el origen.
Comentario final.- Con lo antedicho se aclara que este término se aplica a la presencia de un profano en una conversación de masones, por lo tanto por deducción esta palabra no aplicaría si en la reunión todos son masones, sean maestros, compañeros o aprendices.
R:.H:. Ivo Pino Ramos
Fuente:"El Procer Olvidado" - Luis León Pezzutti, Gran Logia del Perú,1960
Publicado por VITRIOL y compartido por:
QH:. Jorge David Buby Ortiz
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