No es ornamental, el costo no es grande, Hay otras cosas mucho más útiles, pero realmente digo, Aunque de todas mis posesiones, no hay ninguna comparable,
Con ese delantal de cuero blanco, que todos los masones usan.
Cuando era joven, en Venezuela, me preguntaba ¿Cuál era el significaba de lo que pasaba en casa?, Cuando papá andaba dando vueltas, y vestía de traje; se afeitaba y procuría lucir bien, hasta que, con los años, mamá diría:
"¡Esta noche, es noche de masones!"
Y una noche ella le preguntó:
"¿Qué te hace ir atravesando ciudades, esta noche de fuerte lluvia? ¡Ves las mismas cosas todas las semanas del año!"
Entonces escuché a papá responderle:
"Sí, lo sé, querida. Veinte años he visto las mismas cosas, desde que empecé este recorrido en República Dominicana y ahora aquí en Venezuela, es verdad. Y aunque son viejos, siempre parecen nuevos, por las manos que abrazo, y los amigos que saludo; parecen un poco más cerca cada vez que nos vemos."
Años después me paré frente a la misma puerta que frecuentaba mi padre. Al entrar, conocí hombres buenos y verdaderos que habían entrado antes. Me arrodillé ante el alter, y allí me enseñaron que la virtud y el honor nunca se pueden comprar. Otras puertas similares se convirtieron en hogares al rededor de mi país y el mundo con una familia extendida donde ahora tenía vientos de hermanos.
En estos lugares, y en la compañía de ellos descubrí que la piel de cordero blanca, impecable, que todos los masones reverencian y dignamente usan crece en nosotros en forma de virtud y valores más precioso cada año.
Ese servicio y vocación de ser mejores trae bendiciones incontables. Aprendí que la verdadera hermandad florece allí. Que las enemidades se desvanecen bajo la escuadra y el compás. Que la riqueza y la posición son todos dejados a un lado,
Como en el nivel, donde los hombres se encuentran y permanecen siendo iguales, sobre una misma línea de vida.
Hoy soy yo quien atravirsa ciudades, en noches de lluvia o nieve, feliz, viendo las mismas cosas todos los meses del año.
Así que, honremos la piel de cordero, que siempre permanezca limpia y blanca en tu interior, siempre intachable, y libre de toda mancha. Y cuando seamos llamados al amor del Gran Arquitecto del Universo, todos tomaremos nuestro lugar en el Oriente Eterno. Tal y como sé, mi padre me esperará cuando reciba su llamada.
Artículo escrito por el QH.: Manuel Carrasco
Greenfield Park Lodge #133
Dorchester Lodge #4
Fairmont Chapter
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