Hoy es Domingo Santo, y después de la crucifixión de Jesús, hoy celebramos su resurrección. Más allá de su interpretación literal, se encierra un profundo simbolismo esotérico y espiritual. En muchas tradiciones místicas, el acto de morir en la cruz representa la trascendencia del ego, el sacrificio del yo inferior para dar paso al despertar de la conciencia divina. Jesús, como arquetipo del iniciado, atraviesa un proceso de muerte y resurrección que refleja el camino interior hacia la iluminación, donde el alma se libera de las ataduras materiales para reunirse con su esencia eterna. Rudolf Steiner, filósofo y místico austríaco, afirmó que “el Misterio del Gólgota es el evento central de la evolución humana”, sugiriendo que su verdadero significado está más allá de la historia superficial.
Sin embargo, esta narrativa sagrada también ha sido utilizada a lo largo de los siglos como una poderosa herramienta de control. Al centrarse en el sufrimiento, el castigo y la culpa, la crucifixión ha sido implantada en el inconsciente colectivo como un símbolo de temor y sumisión. Elaine Pagels, historiadora de la religión en la Universidad de Princeton, ha señalado que muchas enseñanzas gnósticas que presentaban a Jesús como un guía interno fueron suprimidas deliberadamente por la Iglesia para fortalecer su autoridad externa. Esta estrategia refuerza la idea de que la redención solo puede venir desde fuera, a través de la obediencia y el sacrificio, perpetuando un ciclo de dependencia espiritual.
Desde una visión crítica, esta manipulación simbólica ha servido para desviar la atención de la verdadera enseñanza de Cristo: que el “Reino de Dios está dentro de vosotros” (Lucas 17:21). Al externalizar el poder espiritual y colocarlo en figuras de autoridad, se ha impedido que la humanidad despierte a su divinidad interior. El teólogo John Lamb Lash, en sus estudios sobre los textos gnósticos, argumenta que la crucifixión fue convertida en una “máquina de culpa cósmica”, diseñada para debilitar el espíritu humano e impedir el acceso directo al conocimiento (gnosis) personal y liberador.
Reconocer esta distorsión es un acto de liberación. Significa recuperar el símbolo de la cruz no como un instrumento de tortura, sino como una llave hacia la conciencia superior. Cuando comprendemos que el verdadero mensaje de Jesús era el amor, la compasión y el empoderamiento del ser, comenzamos a disolver los velos del miedo que nos han mantenido dormidos. Así, resurre de la muerte, en nosotros el Cristo interno: la chispa divina que nos conecta con el Todo y nos recuerda que somos libres, conscientes y soberanos.
Para la reflexión, saludos fraternos mis HH:.
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Originalmente escrito por Carl Gustav Jung.
Swiss psychiatrist, psychotherapist, and psychologist who founded the school of analytical psychology.
Adaptado para su lectura por el H:. Manuel Carrasco
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